25 de septiembre de 2009

Gestión del Conocimiento Parte I


“El cerebro no comienza el día como una tabula rasa. El cerebro está al principio de la vida y el conocimiento con la manera en que debe gestionarse el organismo, es decir, cómo tienen que funcionar los procesos vitales y cómo tienen que tratarse diversos acontecimientos del ambiente externo… el cerebro aporta conocimiento innato y experiencia automatizada, predeterminando así muchas ideas del cuerpo. La consecuencia de este conocimiento y esta experiencia es que muchas de las señales corporales destinadas a convertirse en ideas, de la manera que hemos comentado aquí, resulta que han sido engendradas por el cerebro. Éste ordena al cuerpo que asuma un determinado estado y que se comporte de una determinada manera, y las ideas se basan en estos estados y comportamientos corporales… Cuando las fuentes de energía en el cerebro se hallan bajas, éste detecta la reducción y desencadena un estado de hambre, el instinto que llevará a la corrección del desequilibrio. La idea del hambre surge de la representación de los cambios corporales inducidos por el despliegue de dicho instinto.” (Antonio Damasio en “Buscando a Spinoza”)




La Gestión del Conocimiento (GC) es de aquellos conceptos que por su juventud, no han logrado generar aún consensos respecto a su definición, límites o temas más importantes que debería abarcar. Esto genera una ventaja que estimula la creatividad y el aporte a un área del saber relativamente nueva y que se desarrolla, al menos durante los últimos años, al vertiginoso ritmo de la tecnología.

Pero ¿qué es la Gestión del Conocimiento?

Desde mi punto de vista, influenciado claro está por autores como Maturana y Varela, el fenómeno del conocer está en todos lados. No sé si los padres de la teoría de la autopoiesis estarán de acuerdo pero considero que prácticamente todo lo que hacemos como seres humanos es conocer. Ya sea que nos situemos más cercano a una visión “objetivista” de la realidad (“La realidad está dada y nosotros la percibimos a posteriori”) o una más del tipo “constructivista” (“creamos la realidad en nuestra acercamiento a ella”), siempre estamos implicados en un fenómeno que implica conocer. Conocer una realidad que, ya sea construida o percibida, nunca es la misma. Siempre ocurren cambios en el observador, en lo observado y en la relación de ambos. De alguna manera, todo es nuevo para nuestro sistema nervioso.


Así, la GC es en realidad una “metapráctica”, puesto que es un esfuerzo por sistematizar y optimizar el fenómeno biológico del “conocer”. De esta forma, la GC no es algo que nazca y se agote en sí mismo. Su naturaleza es “meta” puesto que trata acerca de un fenómeno natural y cotidiano como el conocimiento. Su objetivo es simplificar y facilitar la manera en que las personas manejamos y administramos los enormes volúmenes de información a los que somos sometidos en todo momento. Dejar todo esto a las capacidades de memoria y recursos atencionales con que contamos, parece insuficiente.



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